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Vie, Abr

¿Quién le metió el dedo al código?

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. Mi primer recuerdo de Beatriz Trasmonte es de 1991. era una actuación por el Día de la Madre en la plazuela de la urbanización Santa Rosa, y ella era la maestra de ceremonias, impecable y elegantemente vestida de negro en mangas cortas, a pesar del frío de esa época. Ese mismo año, trató de enseñarnos teatro al grupo juvenil que integraba, y mi primer examen fue un fracaso: me llevé de encuentro una mesa imaginaria. No fue error de la maestra, sino soberbia mía.

Casi no tuve noticias de ella hasta que en 2013 me tocó dar mi conferencia 'Cambia tu historia' en el Centro Binacional de Mallares ante varios y varias jóvenes de la provincia, y en los números que nos antecedieron a los oradores hubo una pieza de teatro representada por el colegio Santa Úrsula: Beatriz Trasmonte era la directora del impecable montaje.

Si no recuerdo mal, el tema era la violencia familiar.

Cuando Un Billón de Pie cambió su estrategia de trabajo en Perú, la directora de campaña, la actriz Mónica Sánchez, y el equipo promotor organizó una jornada de trabajo en Sullana (diciembre de 2015) para reflexionar sobre el combate a la violencia de género, y las dos exigencias fueron: organizar un apagón informativo en todo Piura para proteger la llegada del equipo (por razones obvias), e invitar a gente con dotes de liderazgo comunitario.

En la lista de invitadas estaba Beatriz. Inspirándonos en el trabajo de Mónica y el actor Jason Day, quienes promovieron Un Billón en Perú, pensamos que si él y ella eran capaces de plantear el escenario como un arma poderosa para combatir la violencia, ¿por qué no considerar una referente local para que afiance ese método y calar en la mente de las personas?

Le dejamos mensajes a Beatriz, pero no pudo asistir por razones de fuerza mayor.

Lo último que supimos de ella la semana que pasó era que había ganado una plaza para especialista en Comunicación dentro de la Dirección Regional de Educación de Piura (DREP), y en base al corto perfil líneas arriba, dijimos: ¡excelente, buena elección! Incluso, la noticia salió hace unos días aquí en El Regional de Piura.

Encima, ella había ganado el concurso en primer lugar. O sea, chúpate esa.

Pero, cuando Trasmonte fue a hacer el papeleo para tomar su plaza, se encontró con que había sido removida de la misma. Según la DREP, ahora un profesor la suplantaba, y en todo caso su opción era irse a trabajar a Canchaque que está vacante (al cierre de esta columna). ¿Y por qué Canchaque? Según la DREP, porque resulta que bueno-usted-sabe-o-sea-cómo-le-explico... cuando lanzaron el concurso, se habrían 'equivocau' al mecanografiar el código, y pusieron el de Piura en lugar del de Canchaque, y qué roche con usted, pero o toma la de Canchaque, o renuncie, porque, si bien nos equivocamos, usted paga las consecuencias de nuestros presuntos errores.

Trasmonte reclamó porque ella no tiene por qué cargar con los descuidos de terceros. Según ella me contó, los papeles que inicialmente la reconocían en Piura de pronto decían Canchaque, y tras su reclamo otra vez decían Piura. En algún momento, varios funcionarios que, al inicio le dieron ventanas de solución, le conminaron a tomar Canchaque sin opción a nada más.

Me pregunto qué tendrá que decir el titular de la DREP, Pedro Periche, ante este enredo que no es cualquier enredo. El pequeño problemita, señor Periche, es que Beatriz Trasmonte postuló para Piura, no para Canchaque. ¡eso decía la convocatoria a concurso! ¡eso se le dijo a los medios! ¿Otra vez fallaron sus filtros?

Si bien el caso Trasmonte no es el único de su tipo en Piura, revela algo que también es un indicio supurante de corrupción regional: la meritocracia vale un marshmellow bamba.

Y para ser equitativos, no solo pasa en la DREP. Hace unas semanas, el concurso CAS en la Dirección Subregional de Salud Luciano Castillo Colonna se envolvió en una fea controversia cuando algunas personas denunciaron ante los medios que gente sin experiencia profesional había logrado no solo mejor calificación, sino que había descartado definitivamente a colegas que tienen años en el campo de la salud asistencial. Hubo pataletas de todo tipo, pero hasta donde me enteré el tema quedó en nada.

Entonces, ¿para qué diablos un o una profesional se desbarata toda una vida engrosando un expediente sin tacha si luego cualquier infeliz se le llevará de encuentro quién sabe por qué razones?

En su primer mensaje, el presidente Kuczynski dijo que parte del combate a la corrupción dentro de las instancias de gobierno incluía acabar con los vicios de la burocracia y el 'dedazo' para hacer carrera pública. Su idea era que ese sector se haga tan o más competitivo que el privado; pero, como siguen las cosas, no hay cambios.

Si los filtros siguen fallando, si los padrinazgos aún son la manera de escalar posición en el sector público, ¿no será hora de que las entidades de control metan la mano a confianza a ver qué pueden encontrar, de paso que cortan el problema desde la raíz? ¿O también sufren de errores de código? Sería lo último.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

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