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Vie, Abr

"Ponme el listón rojo, pero ni se te ocurra dejarme con un infectado"

Nelson Peñaherrera
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ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. No sé si esté bien, pero he comenzado a desarrollar cierta compasión por las personas que despliegan argumentos discriminatorios para negar la discriminación. Hace poco, una amiga y colega comentó que la televisión pública peruana lanzará un noticiero en quechua, idioma que se ha apreciado mucho últimamente por quienes no somos quechuaablantes nativos. El hecho es positivo para la mayoría, menos para uno de sus colegas que, no sabemos sobre qué base, dijo que mas bien el quechua agoniza.

"Esa gente debería aprender otro idioma como el inglés, el francés, el portugués o el italiano", declaró en redes sociales.

Su alienación me recordó los argumentos de la gente que no se reconoce homofóbica pero despliega la homofobia para minimizar o hacer invisibles las reivindicaciones homosexuales, o quienes no se reconocen como racistas pero usan el racismo para negar las necesidades de la población afrodescendiente, o quienes dicen no sufrir de misoginia pero usan argumentos misóginos para restar importancia o desconocer la violencia de varones contra mujeres por el hecho de ser mujeres (al punto de decir que ellas la provocan).

Y la compasión es el único recurso que nos queda porque esta gente no entiende de argumentos lógicos, razones sustentadas, ejemplos claros, y prefiere encerrarse en sus trece escudándose, especialmente, en su propio ¿alto? nivel educativo, cerrando los ojos al hecho de que la discriminación pasa por un tema más de actitud que de conocimiento.

Es decir que, teniendo en cuenta la sobreoferta informativa, no es que no sepamos, sino que no queremos reconocerlo. El argumento del no sabía/ahora ya sé posiblemente era válido cuando el conocimiento era elitista (y aún así); pero en nuestra era, tal argumento es fácilmente refutable incluso en sitios donde la tecnología parece -parece- no estar disponible.

Lo mismo parece estar pasando con el tema del VIH/SIDA, en el que hemos llegado a entender (bueno, en teoría) mucho más sobre la dinámica de la enfermedad y cómo afrontarla mediante un esquema médico eficaz, pero seguimos pensando que aún es un mal marginal o inmoral, que por extensión solo hace vulnerables a las lacras. Algo así como "sí,me pongo el listón rojo, pero ni se les ocurra dejarme en una habitación con un seropositivo".

No faltará quien mercenarize la condición para quitarse de encima a potenciales rivales amorosos, pues la gente sigue pensando que los avances científicos sobre la enfermedad buscan disculpar a quienes se infectaron, cuando en realidad son pasos clave hacia una meta real que se ha impuesto la comunidad internacional: para el 2030, el VIH/SIDA será un mal crónico bajo control y quizás con una cura.

La clave es erradicar la psicosis de la enfermedad así como el descuido de creer que "a mí no me dará porque no soy lacra". La clave es educarnos al respecto, tomar precauciones, educar al resto, acoger a quienes viven con el VIH/SIDA e integrarles en una sociedad que brinda oportunidades por igual, al punto de poder decir "sí, estoy infectado", y tomarlo como algo previsible y comprensible en la naturaleza humana, buscando una solución que acoja.

La otra clave también es que el sistema de Salud no se encierre en seguir un protocolo y solo impulse el tema alrededor del 1 de diciembre. Que nos diga cuán mal o cuán bien estamos, y que nos desafíe a que la comunidad en pleno sea parte de la solución, no solo las personas infectadas ni sus familias o amistades.

Por lo pronto, en todo el departamento de Piura, todos los años se infectan 150 personas. Tomando en cuenta la cifra del año pasado, debemos estar en el ratio de los 3200 a 3500. Me pregunto por qué tanta palta decirlo: honestamente, Salud tampoco tiene toda la culpa (aunque se comporte como si le fueran a jalar las orejas).

Todavía nos falta trabajar un largo y tortuoso camino para destruir al VIH/SIDA, no a quienes lo padecen o están en riesgo de padecerlo. esa es la diferencia sustancial.

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

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