23
Mar, Abr

¿Necesitábamos otra ordenanza antidiscriminación?

Nelson Peñaherrera
Typography
  • Smaller Small Medium Big Bigger
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

ERP/Nelson Peñaherrera Castillo. El miércoles 20 de abril, el Consejo Regional de Piura aprobó por unanimidad una ordenanza que previene y sanciona todo tipo de discriminación a lo largo, ancho y angosto de las ocho provincias, convirtiéndose en la quinta aprobada en todo el departamento tras la inaplicada en Sullana, la difusa de Catacaos, la desconocida en la provincia de Morropón y la olvidada del distrito de Piura.

Con esos antecedentes, la posibilidad de éxito de un instrumento regional que busca recordarnos nuestra igualdad ante la ley es muy endeble, considerando que ni siquiera tuvo ‘la’ cobertura que merece, aunque apuesto que sus violaciones sí serán titular de bandera en varios medios. ¿Pero ese es el extremo al que queremos llegar?

Para comenzar, deberíamos meditar por qué se aprueba una ordenanza antidiscriminación (OAD), y la respuesta es: porque en nuestro proceso de avance y crecimiento, en vez de integrarnos como sociedad, hemos cavado febrilmente sendas brechas basadas en una obtusa subjetividad, poniendo como pretextos al sexo, orientación sexual, edad, color de piel, fisonomía, forma de vestir o de hablar, creencia o ideología, cantidad de dinero percibido (la más frecuente, quizás), tipo de música, estilo de vida, origen, habilidades especiales… en fin, este párrafo saldría larguísimo si sigo enumerando nuestras excusas para segregar.

Y para colmo de males, dentro de los grupos vulnerados por la discriminación también hay conductas discriminatorias, como la comunidad gay que ha luchado por tener su propia OAD –sin éxito- para señalar cierta hegemonía heterosexual; pero si pedimos a gays con plata que se junten con gays sin plata, cualquier instrumento legal no sirve.

O como en Talara, donde se ha comenzado a desarrollar un raro tipo de chauvinismo provincial basado en “denme chamba porque soy de acá (aunque no sepa ni pa’qué me contratan)”, que también ha comenzado a florecer en Sechura. Y a la inversa están quienes creen que el talento local es de tercera categoría respecto al de otros lugares del país o del mundo.

O también tenemos el consultorio médico privado en Sullana donde ante una convocatoria abierta para profesionales de salud, solo se contrató mujeres habiendo varones altamente calificados. Aunque las lenguas chismosas dicen que se debe a que es más fácil condicionar el trabajo a una mujer a cambio de favores sexuales, o pagarle menos, lo que también es discriminación. O, como lo conté acá, ser inútiles para dialogar interdisciplinariamente mientras gestantes y puérperas se mueren porque no podrían pagar una consulta privada en el ginecólogo.

Y eso para no caer en el manoseado caso del “se reserva el derecho de admisión” de los centros de diversión con fachada pituca y baños deteriorados, que hemos tratado de erradicar desde la aprobación de la OAD de Sullana hace casi ocho años, sin éxito tampoco. Basta encender ciertas radios locales de alta audiencia y se podrá acumular pruebas suficientes para sancionar, cosa que no ha sucedido aún; quizás nos falta “buena presencia”.

Entonces, sea por infracción u omisión (como Sullana), la discriminación se ha convertido en una de las lacras con las que vivimos pero que no nos hemos esforzado por desterrar. Por lo tanto, sí se justifica una herramienta legal de alcance departamental que nos lo recuerde por las buenas o mediante llamadas de atención, multas o clausuras.

Eso sin contar que estamos hablando de un delito penado con prisión suspendida por, al menos, dos años más multa o trabajo comunitario, y la inhabilitación si se trata de autoridad pública, como reza el artículo 323º del Código Penal. Si no me creen, revísenlo, o vayan al inciso 2º del artículo 2º de la Constitución Política del Perú*.

Me alegra mucho y felicito al Consejo Regional por aprobar la OAD, pero esa fue la parte papaya. Y no les estoy desmereciendo, por si acaso. Ahora, lo bravo es implementarla, y ahí tenemos que unirnos quienes nos hemos convencido que discriminar es absurdo (por no decir tarado) y que necesitamos pensarnos como una sociedad que se transforme en comunidad, que aprenda a gozar de lo rico que resulta ser diferente.

Y donde tenemos que comenzar el cambio es en la actitud de la gente, porque hiperinformada ya está… en principio.

• Recomiendo revisar este enlace: http://alertacontraelracismo.pe/normatividad/?tipo=&sub-tipo=

(Opina al autor. Síguelo en Twitter como @nelsonsullana)

 

Publicidad Aral1

Paypal1