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Mié, Abr

¿Quiénes deben estar en la mesa?

Nelson Peñaherrera
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nelson penaherrera castilloPor: Nelson Peñaherrera Castillo

Hace una semana, el gerente municipal de Sullana, Fernando Brossard, salió a hacerle una declaración de guerra a las olas de vinaza, con nombramiento de enemigo y todo.

Le faltó decir: "¡a la victoria, mis valientes!". Jajaj, hubiese sido épico.

Bromas aparte, ¿dónde están los y las valientes?

Para comenzar, la opinión pública ha estado algo callada, o a lo mejor conmovida por el suceso del sábado, que hasta fue titular nacional.

Guardando los respetos del caso, si bien ese suceso puede entristecer a una parte sustancial de la población, lo real es que atañe a la familia en principio, es decir, a la familia de esa persona.

Las olas de vinaza están afectando, por lo menos, a unas 45 mil familias en la ciudad de Sullana. Entonces, apliquemos aritmética simple.

La mejor manera de resolver el caso de las olas es probando fehacientemente, impajaritablemente, indubitablemente, dónde se originan y cómo es que se esparcen por la ciudad.

Por lo menos, la segunda parte de la cuestión la tenemos más o menos resuelta. Los vientos que corren de oeste a este hacen que el flujo del hedor sea eficiente sin importar la hora del día, porque ese componente eólico es constante.

Por eso, se pudo determinar que la fuente está al oeste de la ciudad, y las industrias más grandes y con capacidad para obtener vinaza son las procesadoras de etanol, presuntas responsables de las molestias que sentimos todos los días después de la una de la tarde y hasta las ocho de la noche, en promedio.

Lo malo del asunto es que, hasta donde sé, no hay un estudio independiente publicado que concluya si lo que estamos oliendo es vinaza pura o grandes concentraciones de excremento de chancho.

En otras palabras, si hay comunidad científica en Sullana y alrededores, ¿'ónde está?

La ciencia tiene procesos muy particulares que buscan reducir los márgenes de error. Entonces, al acercarse a la certeza lo más posible, tenemos la seguridad de que aquello que vamos a decir realmente es, y no podría ser. O que, por lo menos, nos acerque a lo que es.

Si sobre lo hallado, se descubre que se han violado leyes, caballero, que se sancione a quienes resulten responsables; si no, que tomen las acciones correctivas para evitar la mortificación de la gente.

Con tanta universidad en nuestro mercado, ¿no deberíamos tener, por lo menos, unas seis tesis, o unos tres libros (mas que sea electrónicos) dedicados al tema? ¿O será que se confirma aquello que a nuestras universidades poco les interesa hacer ciencia?

Espero que no.

Los gritos y las marchas llaman la atención, pero no necesariamente resuelven el problema.

Al toro se le coge por los cuernos, no por la cola ni por el lomo. Y para torearlo, necesitamos ciencia. Para torear todo en la vida se necesita ciencia.

Basta de darle al Creador, todo el trabajo que nos corresponde hacer. Y cuando no es al Creador, es al azar.

La ciencia nos salvará y resolverá este caso. El resto es charlatanería barata.

(Sigue al autor en Twitter como @nelsonsullana)

 

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